30 nov 2010


Por Alejandro Contreras

Nunca olvidaré mi viaje a San Francisco allá en el 2005. Una de esas razones fue poder disfrutar de una película en el famosísimo Castro Theater. Allí descubrí una comedia divertidísima, con un punto sexy y atrevido que jugaba con la delgada línea que separa la heterosexualidad y la homosexualidad. Desde entonces no he parado de recomendar a todo el mundo que vea EATING OUT (2004).

Con el éxito y la respuesta del público, pronto filmaron una secuela, EATING OUT 2: SLOPPY SECONDS (2006) que si bien ya no tenía el mismo punto, lo compensaron con unos actores muchísimo más espectaculares (en especial Marco Dapper). No hay dos sin tres.

Tiffani (Rebekah Kochan) es el único personaje que repite en las tres películas (me cuesta nombrar esto como una trilogía), y poco queda del espíritu de la primera. Es más, es una caricatura. Un guión absurdo y sin sentido para llevarnos a una escena donde dos gays se montan un trio con un hetero que quiere impresionar a la chica ayudando a resolver los problemas sexuales de los dos homosexuales. Cada uno tiene un gusto pero Chris Salvatore (¿por qué su agente no le desaconsejó a ese desnudo integral tan poco favorecedor?) y Daniel Skelton no son el Ryan Carnes de la primera, ni el Marco Dapper de la segunda.

Con lo cual, si ni siquiera la película merece la pena por los chulazos, no perdáis el tiempo. Lo peor es que me temo que no pasará mucho tiempo hasta que veamos un cuarto episodio.

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