28 sept 2011



Por Alejandro Contreras.


Cuando caminas por un desierto, una buena técnica para despistar a tus perseguidores es caminar hacia atrás sobre tus propias huellas. De esa manera las pisadas les llevarán en sentido contrario al que uno avanza. A esta técnica se le denomina como “los pasos dobles” y le ha servido a Isaki Lacuesta para titular un largometraje que surgió cuando rodaba el documental Los cuadernos de barro (2011).



La idea inicial de los productores del documental era recoger la vivencia de Miquel Barceló en África donde lleva más de 20 años pasando largas temporadas en Mali  experimentando y evolucionando como pintor. No tuvieron ninguna duda a la hora de elegir a Isaki Lacuesta como director del documental después de los buenos resultados que ha obtenido en otros trabajos suyos como La noche que no acaba (2010). Lo que no se esperaban es que Isaki les ofreciera grabar además una segunda película a propósito de las historias que le contó Barcelo sobre el “diablo eremita”, el pintor François Augiéras.

A Isaki Lacuesta le impresionó la historia del bunker misterioso que François Augiéras cubrió por completo de frescos, como si fuera de la Capilla Sixtina africana. Antes de morir en 1971 el artista consiguió esconder el bunker y dejar algunas pistas para que no fuera sencillo para los hombres de su época encontrarlo, sino que fuera “el hombre del siglo XXI” quién pudiera hacerlo, pensando que la próxima generación iba a saber valorar su trabajo.


Con este interesante punto de partida, Isaki Lacuesta Isa Campo se basan para acercarse a la leyenda de Augiéras desde distinto puntos de vistas: por un lado un grupo de exploradores que están buscando el dichoso bunker, por otro lado un joven soldado que cambió su nombre por el de François Augiéras hasta llegar a Miquel Barceló que sería la reencarnación del espíritu de ese artista al día de hoy.

Estoy en total desacuerdo con aquellos que dicen que Los pasos dobles (2011) es una película difícil de leer o de seguir. Cierto es que es una película dirigida a un público minoritario, pero es sencillo ver las tres tramas que van enlazando la película. De esta manera va mezclando un esbozo del documental sobre Miquel Barceló, con una historia de aventuras y exploradores al que le suman la parte del bandolero que le ha robado el nombre al artista francés.



Sin lugar a dudas es la última la más interesante de todas ellas con un relato de corte más dramático que va dando tumbos de la realidad social al surrealismo más absurdo. Es la que sostiene el interés de la película,  siendo las otras dos más de soporte o secundarias, hasta que aparece en escena el baobab. Es en ese momento donde la trama se diluye como el final de los trazos que Barceló va dando en sus cuadernos, hasta desembocar en un final algo apresurado que es algo más complicado de seguir (al menos a mí me lo pareció) y donde se resuelve el acertijo que desde la mitad de la película se nos plantea.



A nivel técnico Lacuesta parte con una gran baza que es contar con los increíbles escenarios que Mali le ofrece, donde el trabajo de fotografía ya tiene más de la mitad del recorrido hecho. Esto tiene una contrapartida más negativa que es la dificultad de rodar allí, donde en algunas escenas la calidad de la imagen no tiene un acabado tan profesional como en otras y tiene un punto amateur o experimental que chirría un poco.



La película está adornada con multitud de detalles autóctonos que nos acercan bastante a la vida de allí, y de la que los guionistas han podido rescatar pasajes o costumbres que enriquecen la película. Desde esos caminantes que exigen su derecho a que el vehículo que pase cerca les lleve a donde quieran hasta esa tribu de jóvenes albinos de raza negra que temen por sus vidas ya que suelen ser usados para distintos sacrificios religiosos. Gracias a esa tribu se consigue uno de los mejores momentos de la película, en ese momento en principio inocente pero que se va cargando de un erotismo implícito entre el joven albino (Mahamadou Camara) y el falso François Augiéras (Bokar Dembele alias Bouba) cuando van descubriendo las diferencias de sus dos pieles.


Isaki Lacuesta ha confeccionado una película mucho más interesante de comentar que de ver, y que gracias a la controvertida Concha de Oro conseguida en el pasado festival de San Sebastián 2011 conseguirá que más gente se atreva a ver una película como ésta. Demuestra Isaki que además del documental también tiene buena mano para las historias dramáticas, aunque seguramente sus sucesivos trabajos conseguirán mejores resultados que éste (todo sea dicho).


27 sept 2011





Por Alejandro Contreras.


Con esta película arrancó la ultima edición del Festival de San Sebastián 2011. Desde el día del estreno no hemos parado de escuchar elogios y vítores sobre el nuevo trabajo de Enrique Urbizu al que se comparaba con Celda 211 (2009) de Daniel Monzón. Y por analogía se nos anunciaba que el trabajo de José Coronado comoSantos Trinidad era de la magnitud del Malamadre de Luis Tosar. Producida por Telecinco Cinemas, ha contado con una gran maquinaria de publicidad donde con cortinillas contínuas en las cadenas de televisión pertenecientes a Mediaset y multiples apariciones de José Coronado en programas e informativos, se nos ponía en aviso del gran acontecimiento cinematográfico en ciernes. Se daba por hecho que esta película conseguiría al menos la Concha de Plata para José Coronado, y que sería el primer paso para su primer Goya (tras dos nominaciones como actor de reparto que no se materializaron). Y tal vez vendieron la piel del oso antes de matarlo…




No recordaron que los jurados de San Sebastián suelen ser bastante polémicos y como muestra lo ocurrido en el 2009 donde ignoraron un peliculón como El secreto de sus ojos (2009). Y eso es uno de una larga lista de desagravios y errores que atesoran los jurados de este festival. Ya a pocos extraña la película de Urbizu, una de las favoritas de este año, se haya quedado fuera del palmarés incluso la interpretación de José Coronado que era uno de los premios seguros de la noche. Tras visionarla se entiende más claramente porqué el jurado, en su mayoría formado por cineastas internacionales, no la ha premiado.



Urbizu ha planteado un thriller con elementos ya vistos en muchas otras películas y  series de televisión, donde la figura del policía de raza que se mueve al margen de la ley y que tiene una vida desordenada es casi un subgénero en la categoría de cine policiaco. A pesar del buen planteamiento inicial del guión, el desarrollo no puede ser más plano y lineal. A un personaje tan interesante como Santos Trinidad hay que dotarle de algún antagonista de altura, pero la mayoría del plantel de personajes secundarios son meras comparas sin apenas ningún recorrido dramático. Durante la proyección el espectador va fantaseando en qué ha podido llevar a Santos Trinidad a ser el hombre que es ahora, pero ni siquiera se recorre ese interesante tramo. La historia se va diluyendo hasta llegar a un final anti-climax que sólo consigue despertar al espectador adormilado.



Muy correctas son las interpretaciones de Helena MiquelJuanjo Artero Rodolfo Sancho que poco pueden extraer de sus personajes. Aunque otros actores de reparto como Bernabé Fernández o Juan Pablo Shukconsiguen destacarse en sus breves intervenciones. Todos al final quedan eclipsados por un personaje protagonista que ocupa tanto espacio en pantalla que no deja sitio para ningún otro.



Esta tercera colaboración de José Coronado con Urbizu, tras La caja 507 (2002) La vida mancha (2003), consigue sin dudas uno de los mejores trabajos de José Coronado en su carrera. Lastima que Urbizuno haya trazado ningún personaje para regalarnos un duelo interpretativo como los que nos ofrecía en Acusados (TV) con Blanca Portillo. Aún así, pocos peros se puede hacer al trabajo de Coronado. Y no será el último con Urbizu ya que para el año que viene estrenarán juntos Armas y conversaciones (2012). Ojalá el resultado de esa cuarta colaboración deje mejor sabor de boca que este No habrá paz para los malvados (2011), que con tantas expectativas creadas era muy difícil contentarlas.



20 sept 2011


Por Alejandro Contreras.
  
Lo que iba a ser una aventura para la pareja termina siendo una pesadilla. Belén (Clara Lago) no tuvo ningún reparo en dejar su vida en España para irse a Colombia con su novio Adrián (Quim Gutiérrez) que había conseguido un contrato de un año para dirigir la orquesta Filarmónica de Bogotá.



Ella desaparece sin dejar rastro dejando a Adrián destrozado y a la policía totalmente desconcertada ya que no encuentran ningún rastro de la española. Adrián se vuelca en su trabajo y en una camarera, Fabiana (Martina García), que conoce una noche que ahogando sus penas en alcohol terminó emborrachándose en el bar donde ella trabaja.


Fabiana terminará mudándose a la gran casa que alquiló Adrián en el campo junto a Belén. Allí no sólo irá conociendo más sobre Adrián sino también comenzará a preguntarse qué ocurrió exactamente en la desaparición de Belén.



La tendencia de destripar todo el argumento de una película en su trailer termina quitándose toda la gracia a muchas comedias y en películas de misterio como ésta le quita mucha incertidumbre al espectador para que se pregunte qué está ocurriendo.  El colombiano Andrés Baiz además de dirigir la película es responsable de un guión que partía con buenos elementos de partida para haber formado un muy buen thriller. La manera de unir las piezas es tan burda que el resultado es un anti-thriller sin apenas tensión, y al final ni interés para el espectador.



Tras el éxito internacional de su debut en el largometraje, Satanás, perfil de un asesino (2007), Andrés pudo contar en su reparto con dos actores españoles que están despegando como Quim Gutiérrez y Clara Lago, además de la estrella colombiana Martina García que pasó de las telenovelas a participar en cintas con proyección internacional como Rabia (2009) y Biutiful (2010). Cuando cuentas con tres intérpretes con talento demostrado  y el resultado de los tres está muy por debajo de lo que otros directores han conseguido de ellos, parece que no sólo la culpa es de ellos sino del director.



Quizás se salve de la quema Clara Lago, más en su momentos más duros que en sus momentos más felices donde personalmente me cuesta aún verla como una mujer hecha y derecha (sigo viéndola como una niña que se disfraza de adulta), aunque su personaje podría haber dado muchísimo más. Los otros dos vértices del triángulo, Quim Gutiérrez y Martina García desaprovechan la ocasión para crear dos personajes de mayor ambigüedad moral y aunque no son malos actores, sus interpretaciones en La cara oculta (2011) es de lo más flojo de sus carreras en el cine.



Da la sensación de que Andrés Baiz ha tratado de emular, más que nada por las múltiples referencias que se encuentra en la película, al maestro Alfred Hitchcock. Tal vez debería tener menos aspiraciones y tratar de ver a otros cineastas como J. A. Bayona que con El Orfanato (2007) consiguió sacar mucho más partido de sus actores e ir suministrando mucho más sabiamente la información al espectador manteniendo el interés y la tensión hasta el último momento, o tal vez al ecuatorianoSebastián Cordero que consiguió con Rabia (2009) un trabajo mucho más redondo que el de La cara oculta (2011) y con muchísimas más sutilezas.  Con un final que parece que el director no tenía muy claro dónde cortar, termina una película de esas de cuando sales del cine piensas “que pena con lo bien que podría haber quedado”.


6 sept 2011



Por Alejandro Contreras.
  
¿Por qué creo que LA PIEL QUE HABITO (2011) es una película decepcionante? Pues en esta crítica voy a desarrollar punto por punto porque he llegado a la misma conclusión que Carlos Boyero, el crítico de El País que tanta caña le da al manchego. Iba dispuesto a ver la nueva película de Pedro Almodóvar con ganas de desquitarme del mal sabor de boca que me dejó LOS ABRAZOS ROTOS (2009), pero por desgracia no ha sido así.


Hasta en los carteles se anuncia la película con un secreto que piden a los espectadores que no desvelen. La película es una adaptación de la novela Tarántula de Thierry Jonquet, y en estos tiempos que corre iba a ser una tarea casi imposible que no se desvelara. Pero claro si ya en la sinopsis oficial se puede vislumbrar y el propio Pedro Almodóvar lo terminó contando en las múltiples entrevistas que ha ido concediendo para “cebar” la película. No se puede discutir  las buenas artes de Pedro como publicista, lástima que últimamente como director no esté a la altura. Tal vez porque crea unas expectativas tan altas que no consigue cumplir.



A partir de esa novela al que él le ha dado una capa “españolizando” la historia, ha creado un guión con sucesivos saltos en el tiempo. Tal vez demasiados. Aunque cada salto tiene su correspondiente rótulo para que no nos perdamos, no se nota el paso del tiempo en algunos de los personajes protagonistas y despista a la hora de seguir el hilo argumental. Creo que la forma de barajar las tres tramas (la actual, la de hace 12 años y la de hace 6 años) se ha equivocado y en lugar de darle aire a la película, lo que consigue es molestar con tanta interrupción y sin dar tiempo a que la historia repose lo suficiente.




Da la sensación por el resultado final que estaba más interesado en mostrarnos unos fotogramas muy trabajados que en desarrollar una historia que traspase la pantalla. El trabajo de José Luis Alcaine con la fotografía es impecable como la gran banda sonora que firma Alberto Iglesias. Lastima que no empasten en la película, que la música aparezca a destiempo y no consiga emocionar, y que a pesar de que los diálogos no son muy abundantes sea una película más interesante de ver que de escuchar. Como en otras ocasiones vuelve a meter un videoclip en mitad de la película, esta vez de Concha Buika, sin que tenga mucho sentido en la historia.

Carente de emoción, ni en lo emocional pero tampoco en lo terrorífico. La piel que habito (2011) me dejó completamente frío. Me cuesta creer que alguien se pueda escandalizar con la historia que se presenta, porque no encuentro nada transgresor o novedoso en lo que cuenta. O será que ya se han olvidado que películas como Juego de lagrimas (1992) que incluso llegaron a la ceremonia de los Oscars llevan estrenadas casi 20 años. Si ésto es lo que  Almodóvar entiende por terror, ¿qué le parece películas tan monstruosas como A SERBIAN FILM (2010)? Sí que hay sexo en la película, en su mayoría no consentido, que ha rodado de manera muy parca (mucho más creativos fueron los polvos de Penélope Cruz en Los abrazos rotos (2009)).



Es una pena que tras el gran trabajo que hizo Antonio Banderas en Átame (1990), trabajo que se merecía mucho más el Goya que dieron injustamente a Andrés Pajares en ¡Ay, Carmela! (1990) , regrese 20 años después para ofrecer una interpretación tan floja. Lamentable el uso de la voz que hace Antonio, su falta de gesticulación o de matiz en los distintos estados que pasa su personaje… estoy seguro que si el protagonista hubiera sido Eduard Fernández, otro gallo cantaría. Eso sí, no daría unos planos tan estéticos ni tan bronceado.



El del malagueño no es el único regreso en la filmografía de Almodóvar. Más de 10 años llevaba sin trabajar con Marisa Paredesy la ha castigado con un pelo o peluca aún más lamentable que con el que castigó a Carmen Maura en VOLVER (2006). Lastima que una actriz tan grande como ella, haya tenido que defender un personaje que no le pega nada. Su pelo y un pasado brasileño terminan por hundir un personaje que recuerda a la Juana que interpretó Rossy de Palma en KIKA (1993). En cambio, Roberto Álamo que tenía el personaje a priori más patético, consigue levantar la película en todas las escenas que aparece. Ojalá el manchego vuelva a repetir con él en otra película porque es un actor que aún tiene mucho que ofrecer en cine.




Otros diez años ha tardado Pedro en volver a recurrir a Elena Anaya tras su minúsculo papel en Hable con ella (2002). A falta de que Penélope Cruz quisiera dar vida a la protagonista, Elena Anaya ha sido una sabia decisión. Ante un personaje que exigía muchísima generosidad física sin ningún reparo a la hora de los desnudos, ella es la única de los protagonistas que se salva de la quema.

Blanca Suárez y Jan Cornet se estrenan con Pedro de manera desigual. Mientras la interpretación de Blanca se queda en un peligroso punto medio, que según quien mire verá una interpretación decente o tal vez un trabajo que no está a la altura de sus mejores momentos en El Internado (TV).


Quién realmente ha conseguido redondear un trabajo inimaginable para alguien que estaba muy verde en sus inicios en Motivos Personales (TV), ese es Jan Cornet. Sin duda su interpretación de Vicente le servirá de trampolín para mejores trabajos y nominaciones aseguradas en los grandes premios del cine.



Del reparto me gustaría destacar a Susi Sánchez, la madre de Vicente. Consigue crear el personaje más creíble y humano de toda la historia. Junto a ella Barbara Lennie que consiguen crear en su tienda de ropa el ambiente necesario para que allí se desarrollen las mejores escenas de la película a mi entender. Jamás ha sido más acertada una intervención de Agustín Almodóvar como en La piel que habito (2011).



Una buena receta para la que se cuenta con grandes ingredientes y buenos condimentos y que al final nos dé de resultado un plato que no sabe a nada, aunque estéticamente es muy llamativo, hay que hacer responsable al cocinero. En este caso creo que bajo mi punto de vista no ha sabido gestionar correctamente un guión que podría haber dado mucho más, y tampoco ha conseguido traspasar la pantalla como consiguió no hace mucho en TODO SOBRE MI MADRE (1999) o en VOLVER (2006).

Ni aunque hubiera guardado un hermetismo como el de Terrence Malick y no hubiera destripado demasiado de la película, la experiencia de ver LA PIEL QUE HABITO (2011) hubiera sido mucho más interesante. Sin llegar a cotas tan bajas como en KIKA (1993)LA PIEL QUE HABITO (2011) es de las películas más flojas de su trayectoria, trayectoria que debería enderezar cuanto antes.



2 sept 2011




Por Alejandro Contreras.
 
Un fuerte ruido les despierta. Desconcertados, se levantan para averiguar qué está ocurriendo. Enseguida descubren que un vecino está aporreando una de sus paredes hasta conseguir romperla. No dan crédito cuando descubren que su vecino ha hecho un agujero en una pared que justo da a su propia vivienda. Esta obra ilegal que para ellos es todo un atentado y una violación a su intimidad, no puede quedar así y tendrán que ponerse manos a la obra.



Leonardo Kachanovsky (Rafael Spregelburd) vive junto a su mujer Ana (Eugenia Alonso) y su hija adolescente Lola (Ines Budassi) en la Casa Curutchet, una exclusiva vivienda diseñada por Le Corbusier en La Plata (Argentina). Una familia burguesa, de importante situación económica y social por los logros conseguidos por Leonardo como diseñador, y que presumen de vivir en una casa que es tan admirada que incluso aparece en Wikipedia.



Desde que su vecino comenzó las obras, ni Ana puede impartir con tranquilidad sus clases de yogas, ni Leonardo puede concentrarse en su trabajo como diseñador en una importante multinacional. Pero eso no es lo que más les preocupa. Viviendo en una casa que está repleta de ventanas como la Casa Curutchet, les aterra pensar que su vecino pueda observarles y vigilarles con la nueva ventana que está construyendo, y más teniendo a una joven adolescente en casa.



Al otro lado de la pared de la discordia se acaba de instalar Víctor Chubello (Daniel Aráoz). Victor es un vendedor de autos usados totalmente distinto a Leonardo. Leonardo viste de manera moderna, es de gustos refinados y tremendamente educado. Víctor en cambio es rústico en sus manera de vestir rústico, rudo en sus formas y algo vulgar en sus gustos. Víctor tan sólo quiere tener más luz en su vivienda, y no entiende como sus vecinos que tienen luz de sobra le pongan tantas trabas.

A través del agujero que comunica las dos viviendas, cada vecino comenzará a ser espectador de la vida del otro y a descubrir todo aquello que no se ve de puertas hacia fuera.





La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina la coronó con 6 Premios Sur incluyendo mejor película, mejor director (Mariano Cohn y Gastón Duprat), mejor actor protagonista y mejor actor revelación para Daniel Aráoz, mejor guión y mejor música original. No consiguió el premio a la mejor fotografía, que fue para la película EL MURAL (2010), aunque tras su paso por el Festival de Sundance 2010 consiguió ser galardonada por su fotografía. Sin lugar a dudas se convirtió en la película argentina del 2010 y por eso fue la elegida para competir por Argentina en los Oscars americanos, los Goyas españoles y los premios Ariel mexicanos. Al final sólo materializó su nominación a mejor película Hispanoamericana/Iberoamericana en los Goyas y en los Ariel.

No es la primera película que dirige juntos Mariano Cohn y Gastón Duprat. De hecho sus cuatro trabajos previos los hicieron en tándem y su próxima película, QUERIDA VOY A COMPRAR CIGARILLOS Y VUELVO (2011) también. Indiscutiblemente EL HOMBRE DE AL LADO (2009) ha sido su mayor éxito hasta la fecha.



Al comenzar la película el espectador se posiciona con la familia Kachanovsky que se ve agredida por las pretensiones de su nuevo vecino. Con los sucesivos trazos de esa familia iremos observando como detrás de esa fachada hay bastantes puntos oscuros, y el espectador comenzará a preferir al bruto del vecino. La interpretación de Rafael Spregelburd como el moderno y gafapasta Leonardo termina siendo una caricatura bastante repelente, mientras que con muchas menos escenas el espectador se queda atrapado de la impactante interpretación que el debutante Daniel Aráoz.



Mucho me temo que aunque EL HOMBRE DE AL LADO (2009) sea el relevo a El secreto de sus ojos (2009) en los Premios Sur, la película codirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat está a años luz de la obra maestra que firmó Juan José Campanella. Si bien tiene un punto de partida muy interesante, el desarrollo es tan tedioso que termina por echar al espectador fuera de la película, deseando que pronto se pite el final del partido.



 
Para los que nos gusta el buen cine argentino, nos entristece que en EL HOMBRE DE AL LADO (2009) nos encontremos todos aquellos elementos con los que uno asocia al cine argentino más malo. No tengo yo muy claro si es una burla hacia los modernos y los gafapastas, o si por el contrario están encantadas de rodar escenas tan absurdas como aquella en la que están tumbados en el sofá escuchando y analizando una estúpida canción tecno. Desaprovechadas las posibilidades que ofrecía ese agujero que conectaba ambos mundos, perdiendo la oportunidad de hacer al espectador una reflexión sobre lo paranoicos que estamos con nuestra privacidad y la humanidad que estamos perdiendo por conseguirla. Lo mejor de la película es el gran descubrimiento de Daniel Aráoz, un actor que se come la pantalla en sus primeros planos. Y lo peor es todo lo demás.
 

 

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