2 sept 2011




Por Alejandro Contreras.
 
Un fuerte ruido les despierta. Desconcertados, se levantan para averiguar qué está ocurriendo. Enseguida descubren que un vecino está aporreando una de sus paredes hasta conseguir romperla. No dan crédito cuando descubren que su vecino ha hecho un agujero en una pared que justo da a su propia vivienda. Esta obra ilegal que para ellos es todo un atentado y una violación a su intimidad, no puede quedar así y tendrán que ponerse manos a la obra.



Leonardo Kachanovsky (Rafael Spregelburd) vive junto a su mujer Ana (Eugenia Alonso) y su hija adolescente Lola (Ines Budassi) en la Casa Curutchet, una exclusiva vivienda diseñada por Le Corbusier en La Plata (Argentina). Una familia burguesa, de importante situación económica y social por los logros conseguidos por Leonardo como diseñador, y que presumen de vivir en una casa que es tan admirada que incluso aparece en Wikipedia.



Desde que su vecino comenzó las obras, ni Ana puede impartir con tranquilidad sus clases de yogas, ni Leonardo puede concentrarse en su trabajo como diseñador en una importante multinacional. Pero eso no es lo que más les preocupa. Viviendo en una casa que está repleta de ventanas como la Casa Curutchet, les aterra pensar que su vecino pueda observarles y vigilarles con la nueva ventana que está construyendo, y más teniendo a una joven adolescente en casa.



Al otro lado de la pared de la discordia se acaba de instalar Víctor Chubello (Daniel Aráoz). Victor es un vendedor de autos usados totalmente distinto a Leonardo. Leonardo viste de manera moderna, es de gustos refinados y tremendamente educado. Víctor en cambio es rústico en sus manera de vestir rústico, rudo en sus formas y algo vulgar en sus gustos. Víctor tan sólo quiere tener más luz en su vivienda, y no entiende como sus vecinos que tienen luz de sobra le pongan tantas trabas.

A través del agujero que comunica las dos viviendas, cada vecino comenzará a ser espectador de la vida del otro y a descubrir todo aquello que no se ve de puertas hacia fuera.





La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina la coronó con 6 Premios Sur incluyendo mejor película, mejor director (Mariano Cohn y Gastón Duprat), mejor actor protagonista y mejor actor revelación para Daniel Aráoz, mejor guión y mejor música original. No consiguió el premio a la mejor fotografía, que fue para la película EL MURAL (2010), aunque tras su paso por el Festival de Sundance 2010 consiguió ser galardonada por su fotografía. Sin lugar a dudas se convirtió en la película argentina del 2010 y por eso fue la elegida para competir por Argentina en los Oscars americanos, los Goyas españoles y los premios Ariel mexicanos. Al final sólo materializó su nominación a mejor película Hispanoamericana/Iberoamericana en los Goyas y en los Ariel.

No es la primera película que dirige juntos Mariano Cohn y Gastón Duprat. De hecho sus cuatro trabajos previos los hicieron en tándem y su próxima película, QUERIDA VOY A COMPRAR CIGARILLOS Y VUELVO (2011) también. Indiscutiblemente EL HOMBRE DE AL LADO (2009) ha sido su mayor éxito hasta la fecha.



Al comenzar la película el espectador se posiciona con la familia Kachanovsky que se ve agredida por las pretensiones de su nuevo vecino. Con los sucesivos trazos de esa familia iremos observando como detrás de esa fachada hay bastantes puntos oscuros, y el espectador comenzará a preferir al bruto del vecino. La interpretación de Rafael Spregelburd como el moderno y gafapasta Leonardo termina siendo una caricatura bastante repelente, mientras que con muchas menos escenas el espectador se queda atrapado de la impactante interpretación que el debutante Daniel Aráoz.



Mucho me temo que aunque EL HOMBRE DE AL LADO (2009) sea el relevo a El secreto de sus ojos (2009) en los Premios Sur, la película codirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat está a años luz de la obra maestra que firmó Juan José Campanella. Si bien tiene un punto de partida muy interesante, el desarrollo es tan tedioso que termina por echar al espectador fuera de la película, deseando que pronto se pite el final del partido.



 
Para los que nos gusta el buen cine argentino, nos entristece que en EL HOMBRE DE AL LADO (2009) nos encontremos todos aquellos elementos con los que uno asocia al cine argentino más malo. No tengo yo muy claro si es una burla hacia los modernos y los gafapastas, o si por el contrario están encantadas de rodar escenas tan absurdas como aquella en la que están tumbados en el sofá escuchando y analizando una estúpida canción tecno. Desaprovechadas las posibilidades que ofrecía ese agujero que conectaba ambos mundos, perdiendo la oportunidad de hacer al espectador una reflexión sobre lo paranoicos que estamos con nuestra privacidad y la humanidad que estamos perdiendo por conseguirla. Lo mejor de la película es el gran descubrimiento de Daniel Aráoz, un actor que se come la pantalla en sus primeros planos. Y lo peor es todo lo demás.
 

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