28 mar 2013



Por Alejandro Contreras.
  
Tras unos cuantos años trabajando en Barcelona, Troy (Murray Bartlett) decide regresar a Los Angeles. Y lo hace en agosto, en pleno verano, donde la ciudad es azotada por un calor asfixiante y hasta el ritmo habitual de la ciudad se ha ralentizado por las altas temperaturas. Es tiempo de buscar un nuevo empleo y de empezar un nuevo capítulo en su vida, aunque no sea desde cero. Mucho tiempo ha pasado desde que se marchó y no es sencillo reubicarse en la ciudad. Aprovechando su vuelta, se anima a llamar por teléfono a Jonathan (Daniel Dugan), con quien tuvo una historia en el pasado. Muy poco han sabido uno del otro después de su ruptura, y un café es la excusa perfecta para el reencuentro.




Así arrancaba el segundo cortometraje del cineasta israelita Eldar Rapaport, POSTMORTEM (2005), y también lo hace su debut en el largometraje con AUGUST (2011). No es nada nuevo en el mundo del cine, un cortometrajista que para dar su salto al largo selecciona la historia de algunos de sus cortos para que dé el estirón hasta convertirse en película: de los apenas quince minutos de POSTMORTEM (2005) hemos pasado a más de hora y media de duración. Aunque han pasado 6 años entre ambos proyectos, su director ha conseguido volver a rodarla con sus dos protagonistas Murray Bartlett y Daniel Dugan que vuelven a dar vida a Troy y JonathanFrancisco Valera se desliga del personaje de Raúl, y es Adrián González quien recoge el testigo. 





Las comparaciones suelen sor odiosas, pero en este caso es inevitable hacerlo. Aunque el guión de AUGUST (2011) arranca poniéndonos en antecedentes de la historia (donde vemos a Troy haciendo una entrevista de trabajo y el cómo se gestiona el encuentro entre los dos amantes a través de Raúl), Eldar Rapaport ha usado prácticamente las mismas líneas de diálogo del café que comparten los dos protagonistas en POSTMORTEM (2005). Eso sí, en el cortometraje la cámara pivotaba entre los rostros de los personajes, y ahora en AUGUST (2011) juega más con la imagen aprovechando que dispone de mucho más presupuesto. En el juego de las diferencias entre las dos escenas poca cosa a señalar, tal vez sus diferentes cortes de pelo, las dudas de Jonathan antes del encuentro e incluso su viaje en metro. Lo sorprendente es que se repite la misma música, prácticamente la misma Vespa y los mismos cascos. En el cómputo final gana por goleada el largometraje que sabiamente recorta alguna declaración de intenciones para vertebrar el resto del largometraje.








De los tres cortometrajes de Eldar Rapaport antes de AUGUST (2011), sin entrar a valorar el primero, TREMOR (2003), que me ha resulta imposible localizarlo, era lógico que seleccionara POSTMORTEM (2005) y no STEAM (2009) para el salto al largo. POSTMORTEM (2005) nos dejaba un final inacabado y una historia con mucho más que contar, mientras que STEAM (2009) es tan excelente en su historia, en su manera de desarrollar lo que sucede en una sauna entre dos extraños con una tensión que salta de la pantalla y con un final que te levanta del asiento para aplaudir. En definitiva que tocar STEAM (2009) sólo podría haberlo empeorado el resultado. 





Uno de los grandes aciertos está en la construcción de los tres personajes principales. Incluso Raúl, que en el cortometraje tenía solo un par de líneas, pasa a tener una historia personal muy interesante y participa en los momentos más intensos de la historia. A Raúl le da vida Adrián González, estadounidense nacido prácticamente en la frontera de México (lo que explican sus rasgos tan marcados y su herencia hispana), donde tiene su primer personaje importante en cine tras muchos años haciendo teatro. Su físico puede que le encasille en determinados papeles en el cine, pero es innegable que tiene mucho talento para esto y consigue transmitir sin apenas hablar. Un actor al que sería bueno seguirle la pista.

Los otros dos tienen un bagaje más largo. Murray Bartlett tiene larga experiencia tanto en Estados Unidos como en Australia, donde además de mucha televisión ha llegado a estar en las tablas de un teatro junto a Hugh Jackman. A él le toca el personaje más frio, el que menos deja ver qué ocurre dentro de él y que amenaza con romper la estabilidad entre los dos.

Y por último pero no menos importante, Daniel Dugan que es quién tiene el personaje más interesante y con mayor arco dramático de la historia. El más sentimental y el que como enlace principal en este triángulo, es el que más sufre y a la vez más disfruta. Un bombón de papel que Daniel Dugan consigue sacarle bastante partido. 







AUGUST (2011) nos ofrece una historia potente, muy bien dirigida y contada gracias al buen hacer de Eldar Rapaport. Interpretada por tres actores que encajan muy bien con sus personajes, resultando tan creíbles ellos como las situaciones a las que tienen que hacerse frente. Y con altas dosis de erotismo, sin tener que bajar a desnudos frontales o sexo explícito. Hará las delicias de quienes disfruten con esas historias que se cuentan más allá de los diálogos de los personajes, donde las miradas y los gestos completan el relato. En definitiva una película muy recomendable.









26 mar 2013



Por Alejandro Contreras.

Cada cierto tiempo aparece una nueva serie de temática gay que se proclama como la nueva QUEER AS FOLK (2000-2005). Lo que nació como una adaptación de la serie británica QUEER AS FOLK (1999-2000), que se agotó en tan dos temporadas de tan solo 10 capítulos en total, terminó creciendo y superando a la original no solo por sus cinco temporadas y 81 capítulos sino por el impacto y el poso que dejó en sus espectadores. El vacío que dejó la serie se intentó sustituir con series que reproducían una fórmula parecida, como ocurría en NOAH’S ARC (2005-2006) donde la novedad era el color de piel de los protagonistas o en THE L WORD (2004-2009) donde las lesbianas pasaban a tener el protagonismo, pero sin llegar a causar el mismo impacto.



Peor fueron otros productos como DANTE’S COVE (2005-2011) o THE LAIR (2007-2009) que pensaban que con unos cuantos desnudos y un poco de ciencia ficción de andar por casa, estaba todo hecho. Si veinte años después de TWIN PEAKS (1990-1991) aún no se ha encontrado un relevo que esté a su altura, tampoco es necesario hacerlo para QUEER AS FOLK (2000-2005). Esta lección parece que no la han aprendido los productores de DTLA (2012) que venden su serie como un cruce entre el QUEER AS FOLK (2000-2005) norteamericano y la serie SWINGERS de PlayboyTV.




El proyecto nace como un largometraje, pero ni here! ni LogoTV se interesaron mucho por él. OUTtv le vió posibilidades si en lugar de una película se transformaba en una serie. El creador y guionista Larry Kennar decidió recoger fondos a través de donaciones vía crowd-funding para arrancar el proyecto, y en tan sólo tres meses superó los 25.000 dólares necesarios para ponerlo en marcha. 



OUTtv fue retrasando el proyecto hasta lanzar un nuevo canal de alta definición, y en eso LogoTV vuelve a aparecer en escena y adquiere la serie, completando su financiación con la venta y distribución fuera de Estados Unidos y Canadá. Meritorio sacar adelante una serie en estos tiempos que corren, ahora que proliferan las web-series de ínfimo coste.



El principal reclamo del reparto están en su protagonista Darryl Stephens, conocido por su trabajo en BOY CULTURE (2006) y sobre todo por ser el protagonista en NOAH’S ARC (2005-2006), y en tres estrellas invitadas del calibre de Melanie Griffith, Sandra Bernhard y Leslie Jordan. El resto es un batiburrillo de actores poco conocidos, con poca experiencia y que aún están algo verdes.



DTLA (2012 - ), acrónimo de Downtown Los Angeles (lo que vendría a ser el centro de la ciudad de Los Ángeles), nos lleva a una pareja que a punto de cumplir 6 años de convivencia está en un momento crítico de su relación, la formada por Lenny y Bryan. Lenny (Darryl Stephens) es un abogado de éxito mientras que Bryan (Matthew Stephen Herrick) lleva un año sin encontrar trabajo y sin tener muy claro que quiere hacer de su vida. Ellos son la semilla de un grupo de amigos, mayoritariamente gay, formado por los amigos de ambos, colegas del trabajo e incluso algún vecino que otro. Un grupo bastante amplio donde hay cabida para actores, exmilitares, profesores de matemáticas, abogados y Drag Queens.



El personaje de Lenny es el que lleva, con diferencia, más peso que el resto (incluido su pareja en la ficción). El resto se reparte el tiempo sobrante y no son pocos: una pandilla de más o menos 8 fijos y con bastantes variables (ya sean familiares o vecinos nudistas) para capítulos de escasamente 30 minutos. Los de QUEER AS FOLK (2000-2005) duraban el doble y había mucho más equilibrio entre los protagonistas. Cuesta quedarse con los nombres o encariñarse con ninguno, además el trazo de los personajes es bastante duro con ellos y cuesta mucho empatizar con alguno (Stefan como más claro ejemplo) pero mucho más entenderles. Aquí la culpa se reparte no sólo entre los actores sino que habría que hacerlo extensivo a un guión que necesita más trabajo, una dirección algo deficiente que no consigue sacar mucho jugo de sus actores (tal vez porque alguno no dé para más). A pesar de todo eso, la historia tiene mucho potencial y puede mejorar en nuevas temporadas.



Es de agradecer que introduzca además de las tramas habituales (desencuentro con los progenitores, las crisis de pareja, etc.) elementos que marcan los tiempos en los que ahora vivimos como el desempleo de larga duración y su impacto en la pareja, tener que hacer frente a trabajos que exigen sobrepasar límites poco éticos, con otros más novedosos y simpáticos como heterosexuales que ruedan cine de adulto gay (los gay-for-pay) o el ligoteo con la última tecnología de aplicaciones de smartphones. Y claro, no podía faltar el sexo, más en duchas que en camas, y con algún tímido desnudo frontal propio de estos tiempos.


Si nos enfrentamos a DTLA (2012) sin esperar ser el relevo de nada, y con vistas a su potencial, se puedan perdonar los muchos errores de su primera temporada y comprobar si la segunda temporada ha conseguido madurar en un producto más digno. Con un final de temporada bastante desconcertante, terriblemente duro para todos los personajes (ninguno sale bien parado) y con un especialmente doloroso y perturbador episodio para la pareja en crisis protagonista, hay ganas de ver cómo continúan las vivencias de todos ellos.


 

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