11 nov 2010

Por Alejandro Contreras

A pesar de que hace tiempo que lo dejaron, Bruno (Manuel Vignau) se sigue viendo con su ex novia Laura (Mercedes Quinteros) e incluso manteniendo relaciones sexuales. Ella ha comenzado a salir con Pablo (Lucas Ferrero) y se está planteando cortar esos encuentros entre ellos, con lo que a Bruno se le despiertan todas las alarmas. Para poder seguir viendo a su ex, Bruno se plantea conocer a Pablo a espaldas de ella y ganarse su confianza para sabotear la relación. Laura le confía en uno de esos encuentros sexuales entre ex lo sorprendida que se quedó cuando su novio actual le confesó que alguna vez se acostó con un hombre. Con esta información Bruno se plantea un plan b: tratar de seducir al infeliz novio para así recuperar a Laura.

Con esta premisa se podría pensar que estamos ante una nueva comedia de enredo sin más. Y por suerte no es así. La historia que hay detrás de PLAN B (2009) se centra más es el conflicto que siente cualquier persona cuando descubre sentimientos nuevos e inesperados en sí. Una historia que se cuenta en pequeños pasos, dejando lugar para que tanto el espectador como los personajes vayan asimilando lo que va ocurriendo.

Entre los dos protagonistas se crea una atmósfera que atrapa, asemejándose a la relación de dos mejores amigos de la adolescencia, con diálogos tan naturales y creíbles como de cualquier otro chaval de clase media-baja de un barrio cualquiera de Buenos Aires. Consiguen huir de la historia previsible y edulcorada que podría haber sido, aunque es cierto que en los últimos minutos la película flojea un poco por la propia indecisión de los protagonistas (realmente en consonancia con el relato) y que parece algo alargada.

El mérito del resultado es de su director Marco Berger, que además lo consigue contando con un presupuesto mínimo y sólo 10 semanas de rodaje. Pero también buena parte es a los dos protagonistas, Manuel Vignau y Lucas Ferrero, que consiguen dar vida a unos personajes creíbles y con una química entre ellos dos que traspasa la pantalla. El homoerotismo que se desprende de ellos dos es también notable, y hará las delicias de quién vea la película.

Realmente Latinoamérica se está destapando con cineastas que proponen historias interesantes y muy bien rodadas a pesar de su falta de recursos.

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