15 may 2012
Por Alejandro Contreras.
Con su primer largometraje como director nos conmovió con la historia del niño que, a diferencias de los demás, quería bailar. BILLY ELLIOT (2001) le consiguió su primera nominación a los Oscars como director, además de otra al guionista de la película y a la interpretación de Julie Walters. Aunque no se materializara ninguna, no esta nada mal para ser una opera prima.
Dos años después estrenó THE HOURS (2002) por la que volvió a estar nominado, aunque contra el Polanski de THE PIANIST (2002) poco pudo hacer. De las 9 nominaciones, incluyendo mejor película, consiguió que por fin la australiana Nicole Kidman tras varios años donde estuvo a punto de conseguirlo, por fin se llevara su única estatuilla hasta la fecha.
Con su tercera película, resultados casi idénticos. THE READER (2008) sorprendió colándose en los Oscars 2009 con 5 nominaciones incluyendo mejor película y mejor director, aunque sólo se llevó un Oscar para Kate Winslet. Son pocos los directores que tengan 3 nominaciones al mejor director, pero muchos menos con sólo tres trabajos.
Aunque durante estos tres últimos años no hemos sabido mucho de Daldry, no ha parado. Cancelado el proyecto de adaptar al cine la novela ganadora del Premio Pulitzer The Amazing Adventures of Kavalier & del escritor Michael Chabon, cuya pre-producción andaba muy avanzada e incluso ya habían contactado a Natalie Portman y Tobey Maguire para ser los protagonistas, Daldry ha estado entretenido con el nuevo musical de Dumbo que este 2012 llegará a Broadway. Lo que no sabíamos es que llevaba cinco años preparando la adaptación de EXTREMELY LOUD AND INCREDIBLY CLOSE (2005) la novela que en el 2005 publicó Jonathan Safran Foer.
Muchos cinéfilos no entienden como se ha convertido en el “niño mirado” de la Academia, despreciando su manera de contar las historias, así como los temas elegidos. Aunque EXTREMELY LOUD & INCREDIBLY CLOSE (2011) no había tenido un recorrido de premios muy destacable, desafió los presagios de los detractores del director y consiguió colarse en los últimos Oscars 2012 con sólo dos nominaciones, a mejor película y a la interpretación de Max von Sydow.
Y en esta ocasión Stephen Daldry tenía en sus manos un material muy sensible, donde es fácil salir trasquilado. El dolor de las familias de las víctimas del 11-S es algo muy delicado como para frivolizar o sacar un rédito dramático. Por muy buenas intenciones que tenga la novela, por muy envuelto en la búsqueda de un niño del recuerdo de su padre,
EXTREMELY LOUD & INCREDIBLY CLOSE (2011) ofrece algunas escenas tan dolorosas como innecesarias, golpes demasiado bajos para emocionar al espectador sin medir en que el efecto es de repulsa y rabia por ver cómo lo utiliza sin ningún miramiento. No todo vale para un nuevo éxito en los Oscars, y menos de una manera tan pretenciosa como ruin.
Reconozco mi rechazo a esos personajes que sólo existen bajo la pluma de un guionista, cuyos diálogos están tan estudiados y previstos como la sabelotodo de Juno o el implacable doctor House. Al pequeño Oskar Schell (Thomas Horn) le coges manía desde el primer minuto, y durante los largos 128 minutos posteriores deseas que hubiera sido él quién fallece en el atentado de las Torres Gemelas. Una verborrea inagotable, una inteligencia superior a la de su edad junto a una inteligencia emocional bajo mínimos produce un extraño ente que a pesar de los pesares ni conmueve, ni motiva ni hay manera de empatizar con él. Y si a eso le sumamos una frase extremadamente fuerte y que pronuncia increíblemente cerca de su madre (Sandra Bullock) ya lo termina condenando como uno de los personajes más odiosos que he visto últimamente, a pesar de sus 9 años. Sólo salvaría un par de escenas que curiosamente comparte con el inquilino (Max von Sydow), donde el protagonista consigue brillar y dejarte sin palabras.
Artificial. Es un adjetivo que se repite durante la película, ya sea en el rostro de Sandra Bullock, en un personaje de padre perfecto que no se crea nadie, ni siquiera Tom Hanks que le toca darle vida (quién le ha visto, y quién le ve). Pretenciosa, con un niño capaz de lo imposible y que hace manualidades con una destreza sorprendente. Y sobre todo sin alma.
Si esta pretendía ser la película definitiva del 11-S, le ha quedado muy grande el traje. Es vergonzoso pensar que los primeros pases de prensa se programaron aprovechando el décimo aniversario del atentado, buscando una notoriedad y repercusión mediática.
Da mucha pena ver que Stephen Daldry ha desperdiciado el poder rodar una historia con gente como Tom Hanks, Sandra Bullock o Viola Davis que han sido tan poco aprovechados, por contar una historia a la que la banda sonora de Alexandre Desplat le viene grande, y con unos medios técnicos de fotografía y dirección artística muy desaprovechados.
Los detractores del cine de Stephen Daldry estarán disfrutando del resbalón de EXTREMELY LOUD & INCREDIBLY CLOSE (2011), pero aquellos que apreciamos sus tres largometrajes anteriores nos molesta aún más una película tan equivocada como ésta. Sólo se salva de la quema un mudo Max von Sydow, mucho mejor que el mudo Jean Dujardin en THE ARTIST (2011). El resto aún me revuelve las tripas.
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