12 jul 2011
Por Alejandro Contreras.
James Blackthorn (Sam Shepard) lleva más de 20 años criando caballos en un rancho perdido de Bolivia. Para los lugareños no es más que otro gringo que regresará a Estados Unidos una vez que se haya hecho con el suficiente dinero. Nadie de por allí ni siquiera Yana (Magaly Solier), con quién James Blackthorn a veces tiene una relación que va más allá de la relación entre patrono-empleado, saben que James Blackthorn es en realidad el legendario forajido Butch Cassidy al que todos dan por muerto desde 1908.Con el dinero de la venta de sus caballos Blackthorn quiere regresar a Estados Unidos para conocer a alguien que le recuerda su pasado más glorioso. Con todo su dinero y su caballo se dirige de vuelta a su país natal cuando es atacado por Eduardo Apocada (Eduardo Noriega), un ingeniero español que confunde a Blackthorn con los que le están persiguiendo. Con la huida de su caballo, James se ha quedado sin dinero y no le queda otra que ayudar al español a encontrar el botín que ha robado a un empresario explotador de la zona y así recuperar el dinero perdido.
Aunque la versión oficial dice que Butch Cassidy muere en 1908 en Bolivia, numerosos testimonios dicen haberlo visto vivo después además de que los restos encontrados no casan con el ADN de sus familiares. Todo esto sirve como arranque para queMiguel Barros investigue sobre la posibilidad de que el legendario forajido no hubiese muerto. Arriesgado es poco para lo que supone continuar el relato de un clásico del cine como fue BUTCH CASSIDY AND SUNDANCE THE KID (1969) de George Roy Hill.
Nikolaj Coster-Waldau para sus años mozos y Sam Shepard para sus años maduros, retoman un personaje que siempre estará ligado a Paul Newman, aunque Miguel Barros y Mateo Gil han tratado de acercarse un poco más al verdadero Butch Cassidy y no al personaje que creó Paul Newman. Para el personaje más complicado de la película realmente han dado en el clavo con ambos actores, aunque es cierto que se hubiera agradecido más recorrido de Nikolaj Coster-Waldau.
Mateo Gil recurre para el segundo personaje más importante de la historia a su buen amigo Eduardo Noriega que ya protagonizó su debut en la dirección en NADIE CONOCE A NADIE (1999). Por desgracia no nos encontramos al Eduardo que vimos en EL LOBO (2004) sino más bien al de ALATRISTE (2006). Noriega tiene la suerte de un físico que da muy bien en pantalla, pero siempre le cuesta traspasarla y llegar al espectador. Compartiendo la mayor parte de sus escenas con un Sam Shepard que defiende muy bien su personaje, deja un poco a Noriega con el culo al aire (y no solo de manera literal en una de las escenas de la película). En su defensa hay que añadir que el personaje que le toca defender tampoco tiene mucho de dónde tirar, y es bastante plano.
Aunque en las primeras escenas la fotografía no es muy allá, y más que Bolivia parece que nos encontramos en Almería, es llegar al altiplano boliviano y hay que quitarse el sombrero por el buen trabajo realizado y las imágenes tan hermosas que han conseguido plasmar en la pantalla. La tímida banda sonora tal vez podría haber dado un toque de grandiosidad y majestuosidad que tal vez prefirieron omitir, tal vez por el interés de contar una historia pequeña con factura de otro calibre. Al igual como ocurría con VICKY CRISTINA BARCELONA (2008) esta película sólo se puede ver en versión original, si no se pierde bastante.
A pesar de que el resultado no es el esperado, es de agradecer que haya productores y directores que se atrevan con temas tan poco transitados en el cine español como el western y que presenten una propuesta arriesgada. Y más en estos tiempos de tanta contención y una falta de riesgo que aburre. Tal vez ésta no sea la película que encumbre a Mateo Gil, pero es un pasito más para un cineasta necesario en el cine español.
Labels: BLACKTHORN. SIN DESTINO (2011)
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