31 jul 2011
Por Alejandro Contreras.
Metódico hasta el extremo. Esclavizado a una rutina que él mismo se ha impuesto. Con una vida solitaria en la que no queda ningún resquicio para que alguien puede entrar o acercarse a él. La vida de Roberto (Ricardo Darín) es tan gris y monótona como su propio aspecto indica.
Sus horas se reparten entre la ferretería que heredó de su familia y la vivienda construida junto a la tienda. Roberto perdió a su madre al nacer y con poco más de 20 años a su padre, con lo que se ha acostumbrado a la soledad. Hay una vecina suya, Mari (Muriel Santa Ana), que ve en él algo más que a un ferretero cascarrabias, aunque es consciente de que es imposible hacerse un sitio en la vida de Roberto. Él sigue prefiere coleccionar noticias curiosas de la prensa que pasar las tardes junto a Mari.
Roberto es testigo de como un taxista canalla roba a un pobre chino (al que le llevará un tiempo conocer que su nombre es Jun (Ignacio Huang)) que acaba de llegar a Argentina. Aunque es incapaz de comunicarse con él, y a pesar de sus repulsas al contacto con los demás, el ferretero no duda en recoger al pobre chino y llevárselo a su casa. Esto no sólo romperá la rutina habitual sino que será un revulsivo para la vida de ambos, y servirá para que descubran que aunque a priori no tienen nada que ver uno con el otro, sus vidas, y sobre todo sus tragedias personales, no son tan distintas.
Tercer largometraje de Sebastián Borensztein, responsable no solo de la dirección sino también del guión, después de una exitosa carrera en televisión. Tras un thriller vuelve a la comedia con pequeñas dosis de drama. A pesar de lo novedoso que puede ser el conflicto entre lo argentino con lo chino, es una capa de barniz en una estructura mil veces vista en el cine.
Es perdonable lo previsible que es, las licencias fantásticas que utiliza o los pocos chistes o gags que ofrece la película. Pero lo que no se puede consentir es sea otra comedia donde lo único gracioso ya se ha reventado en el tráiler, y en ningún momento el espectador entre o sienta las situaciones dramáticas reflejadas. Ni comedia ni drama en una película de 93 minutos que termina siendo tediosa hasta decir basta. Y si a eso le sumamos cambios de actitud o en los personajes sin venir mucho a cuento, pues apaga y vámonos.
Después de haber visto a Ricardo Darín defender personajes de primera fila como el Nicolás Vergara Grey de EL BAILE DE LA VICTORIA (2009) de Fernando Trueba, o el Benjamín Espósito de EL SECRETO DE SUS OJOS (2009) de Juan José Campanella, pues defrauda verle en una comedia ligera que nos recuerdo a los papeles más “alimenticios” de actorazos como Robert DeNiro oDustin Hoffman. Mucho mejor se encuentra en su pequeño papel en la comedia EN FUERA DE JUEGO (2011) donde participaba para dar el relevo a su hijo Chino Darín.
Tampoco el resto de actores tiene ningún personaje con enjundia como para destacarse. Y da bastante pena porque cualquier otro guionista podría haber aprovechado el equívoco lingüista, que se podría haber hecho cómplice al público con unos oportunos subtítulos. Podría haber sido la comedia argentina del año, y muy probablemente la taquilla la respalde como tal, pero es una cinta decepcionante.
Labels: UN CUENTO CHINO (2011)
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