LA COLUMNA DE ACONTRE77

Por Alejandro Contreras

Está crónica la escribo desde UK, dónde he podido ver una semana antes de su estreno en España la última aventura del héroe británico por excelencia, James Bond.

Clive Owen era para mi la persona adecuada para sustituir a Pierce Brosnan: buen actor, capaz de dotarle al personaje del hermetismo habitual, y que consigue destilar el glamour, elegancia e inteligencia que para el papel se requiere. En cambio han decidido coger a Daniel Craig, un actor rubito con una cara que en los primeros planos recuerda a Jorge Cadaval (aunque es innegable que el body-building le ha sentado mejor que al sevillano) y que está en el centro de su polémica por una elección no demasiado aplaudida.

El CASINO ROYALE (1967) se contaba como un agente, muy inspirado en James Bond, tenía que volver a su trabajo tras haberse retirado a la campiña inglesa. Peter O´Toole y Ursula Andress eran sus protagonistas entonces, y en esta nueva propuesta se sustituyen por dos errores garrafales del casting. Eva Green no rezuma la sensualidad que es necesaria, y eso que en DREAMERS (2004) lo conseguía de sobra, mientras que Daniel Craig es demasiado duro, atlético y musculoso para lo que hemos estamos acostumbrados con James Bond.

¿Qué hay de nuevo en una nueva aventura más de James Bond? Pues siguen los relojes Omega, los coches deportivos, las chicas perturbadoras, los malos con defecto físico notable, las traiciones, los enclaves internacionales, los martinis con vodka agitados pero no batidos...  Pero hay cosas nuevas. James Bond sigue sin fumar (desde el lavado de cara que se dio al personaje con Pierce Brosnan). Esta vez el personaje de M cobra más importancia en la trama, realmente Judi Dench es una actriz roba-escenas como ella sola. El cuerpo de Daniel Craig, su piel imperfecta y su dureza también son de los elementos que traspasan. Y vaya, os puedo adelantar que Daniel Craig sale desnudo atado a una silla en una escena homoerótica y sadomasoquista que jamás pensé ver en una peli del espía británico.

No es una pelicula para perder la cabeza, para eso ir a ver THE DEPARTED (2006), pero se pasa un buen rato.