23 ene 2012
Por Alejandro Contreras.
Hace casi 8 años Alexander Payne sorprendía con una película modesta que, a partir de un viaje de un par de viejos amigos previo a la boda de uno de ellos, nos ofrecía una de las mejores comedias de esa temporada que resultó ser mucho más inteligente, profunda, divertida y humana de lo que a priori apuntaba. SIDEWAYS (2004) no sólo sirvió para fomentar el turismo vinícola al condado de Santa Bárbara de California, ni para dar el espaldarazo definitivo a la carrera como intérprete de Paul Giamatti, sino que consiguió 6 premios Independent Spirit Awards, 2 Globos de Oro (incluyendo mejor comedia/musical) y 5 nominaciones a los Oscar incluyendo mejor película. De la Academia norteamericana sólo materializaron la nominación al guión adaptado por el trabajo que el propio Alexander Payne y su fiel compañero Jim Taylor hicieron de la novela de Rex Pickett.
Hasta la producción de THE DESCENDANTS (2011), Payne ha estado involucrado en proyectos para televisión, algún cortometraje y guiones para largometraje con algún incidente. En concreto en el caso de I NOW PRONOUNCE YOU CHUCK & LARRY (2007) protagonizada por Adam Sandler, el guión que preparó con Jim Taylor fue modificado y reescrito por su protagonista hasta el punto de que ellos reniegan del resultado final muy alejado de su texto original.
Con THE DESCENDANTS (2011) vuelve a ponerse al timón, y así evitar alteraciones indeseadas, de la adaptación de la novela homónima de Kaui Hart Hemmings. Vuelve a ese género intermedio entre la comedia y el drama, aunque más cerca de lo primero que de lo segundo. Si bien en SIDEWAYS (2004) consiguió de un punto de partido insustancial un resultado bastante profundo, para THE DESCENDANTS (2011) es justo al contrario. Lo que podría haber dado pie a una historia muy dura, se desarrolla con bastante ligereza, parte por el carácter y manera de vivir de Hawaii, y parte por un tono naíf que hace más cómodo el visionado al espectador, pero le resta mucha credibilidad.
Muy hábilmente anunciada como la película de George Clooney que tiene “la mejor interpretación de toda su carrera”, para así reforzar su posición para los premios más importante de cine, creo que es totalmente desmesurada. A mi entender sus trabajos en MICHAEL CLAYTON (2007) o SYRIANA (2005) son mucho más sólidos que éste, que se queda en la mayor parte del metraje en un tono medio tan insípido como en UP IN THE AIR (2009) que rompe en un par de escenas donde consigue justificar todos los halagos y premios que está recogiendo este año.
La que sí tiene la mejor interpretación de su (corta) carrera es Shailene Woodley, que con sus tres primeras escenas consigue poner los pelos de punta. Lástima que su conflictivo personaje enseguida se dulcifique sin justificación aparente hasta un punto que sus escenas iniciales parecen ajenas a ella.
El retrato familiar recuerda en algunos aspectos a la peculiar familia protagonista de LITTLE MISS SUNSHINE (2006), que se completa con otros personajes vistos mil veces en películas y sobre todo en series, como el matrimonio formado por Brian Speer (Matthew Lillard) y Judy Speer (Judy Greer). Aunque se agradece la aparición de personajes como el “neardenthal” Troy (Larid John Hamilton) y sobre todo Sid (Nick Krause), que bien podrían parecer simples caricturas pero consiguen ser personajes originales, consistentes y sobre todo creíbles.
Los paisajes de Hawaii son inmejorables, la escena de la piscina entre padre e hija otro gran acierto junto con la demoledora confesión de la hija sobre los secretos de la madre (curiosamente las mejores escenas cuentan con Shailene Woodley), pero tampoco hay mucho más que se pueda destacar. Todo suena a “ya visto” y para rematar, esa defensa final por la ecología y el cuidado del patrimonio, que se ve venir desde el minuto uno, es una “americanada” de difícil defensa.
Probablemente el mayor problema de esta película es la ligereza con la que se plantea todo, desde la venta de unas valiosas tierras para ser pasto de especuladores, como todo lo que conlleva una muerte anunciada. Esa ligereza le quita entidad para ser la gran película que todos ven, quedando una película que bien podría ser un episodio de una buena serie de televisión.
Me hubiera gustado ver lo que en manos de un director como Lars von Trier podría haber resultado la novela original de Kaui Hart Hemmings, donde el protagonista Matt King (George Clooney) hubiera sido un personaje mucho más torturado e interesante que este padre y marido tan pusilánime.
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