11 ene 2011
Por Alejandro Contreras
En plena postguerra y tras la muerte de su madre, la vida de Marcos (Manuel Camacho) y Juan José (Agustín Rodriguez López) no es nada sencilla. Su padre (Vicente Romero) vive ahora con otra mujer (Luisa Martín) que solo tiene ojos para sus hijos, mientras que a ellos les reserva sus peores formas, los gritos y las palizas. En lugar de ir a la escuela están encargados de sacar a pasear al rebaño de cabras que Don Honesto (Jose Manuel Soto) les ha encargado. Una fatídica noche se encuentran los pequeños con una manada de lobos que les matan cinco cabras. Su padre no puede afrontar el gasto y como única solución decide entregar al pequeño Marcos para que Don Honesto disponga de sus servicios.
Ceferino (Carlos Bardem) se encarga de llevar a Marcos para que ayude al viejo pastor Atanasio (Sancho Gracia), mientras sigue investigando el rastro del Balilla (Álex Brendemühl), un maqui del que se ofrece una importante recompensa. Junto a Atanasio irá aprendiendo técnicas de supervivencia y cómo conseguir comida gracias a la ayuda de un hurón. No será su único apoyo, ya que aunque al principio le temía, Marcos irá construyendo una relación con Lobito, un lobo de apenas cuatros meses que será esencial en la supervivencia del pequeño en las montañas.
Yo soy el primer sorprendido de lo mucho que me ha gustado esta película. El poster de la película con ese Juanjo Ballesta con una ridícula peluca hacía pensar en una película bastante mediocre. Pero es justo lo contrario. Gerardo Olivares ha adaptado la vida de Marcos Rodríguez Pantoja (al que le regala los últimos minutos del metraje) para crear una historia de ficción que tiene muchos elementos extraidos de esa vivencia.
"Nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton". Gerardo Olivares solo hace caso de la tercera cláusula de esta advertencia que hacía Alfred Hitchcock a futuros cineastas, y además sale muy bien parado. Las escenas de los animales son soberbias y dignas de admirar, empastando perfectamente con el gran descubrimiento de la película, el pequeño Marcos Camacho.
Hijo del ferretero de Villanueva de Córdoba, un pueblecito en Sierra Morena, y sin formación como actor se desenvuelve perfectamente con el entorno, con los animales y con el resto de actores, consiguiendo emocionarse y emocionar a todos los que le vemos traspasando la pantalla con mucha facilidad. Al soberbio trabajo de Marcos Camacho hay que sumarles unos paísajes alucinantes y una banda sonora que enfatiza los sentimientos de la película solo hacen engrandecer una de las mejores películas españolas del 2010.
De las casi dos horas de metraje sólo en la última media hora Marcos Camacho le pasa el relevo a Juanjo Ballesta. Si bien en ese cambio la película flojea un poco, Juanjo consigue mantener el nivel marcado por Marcos y terminar bien el personaje aunque la peluca y sus aullidos hacían todo lo contrario. No hay que olvidar el trabajo de un Sancho Gracia, algo demacrado por el duro tratamiento que en la vida real está sufriendo para luchar contra un cáncer, que consigue crear un personaje tosco de primeras al que se le coge cariño enseguida y que tanto recuerda a Paco Rabal. No sería justo no hacer una referencia a Carlos Bardem que es el malo de este western andaluz.
En plena postguerra y tras la muerte de su madre, la vida de Marcos (Manuel Camacho) y Juan José (Agustín Rodriguez López) no es nada sencilla. Su padre (Vicente Romero) vive ahora con otra mujer (Luisa Martín) que solo tiene ojos para sus hijos, mientras que a ellos les reserva sus peores formas, los gritos y las palizas. En lugar de ir a la escuela están encargados de sacar a pasear al rebaño de cabras que Don Honesto (Jose Manuel Soto) les ha encargado. Una fatídica noche se encuentran los pequeños con una manada de lobos que les matan cinco cabras. Su padre no puede afrontar el gasto y como única solución decide entregar al pequeño Marcos para que Don Honesto disponga de sus servicios.
Ceferino (Carlos Bardem) se encarga de llevar a Marcos para que ayude al viejo pastor Atanasio (Sancho Gracia), mientras sigue investigando el rastro del Balilla (Álex Brendemühl), un maqui del que se ofrece una importante recompensa. Junto a Atanasio irá aprendiendo técnicas de supervivencia y cómo conseguir comida gracias a la ayuda de un hurón. No será su único apoyo, ya que aunque al principio le temía, Marcos irá construyendo una relación con Lobito, un lobo de apenas cuatros meses que será esencial en la supervivencia del pequeño en las montañas.
Yo soy el primer sorprendido de lo mucho que me ha gustado esta película. El poster de la película con ese Juanjo Ballesta con una ridícula peluca hacía pensar en una película bastante mediocre. Pero es justo lo contrario. Gerardo Olivares ha adaptado la vida de Marcos Rodríguez Pantoja (al que le regala los últimos minutos del metraje) para crear una historia de ficción que tiene muchos elementos extraidos de esa vivencia.
"Nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton". Gerardo Olivares solo hace caso de la tercera cláusula de esta advertencia que hacía Alfred Hitchcock a futuros cineastas, y además sale muy bien parado. Las escenas de los animales son soberbias y dignas de admirar, empastando perfectamente con el gran descubrimiento de la película, el pequeño Marcos Camacho.
Hijo del ferretero de Villanueva de Córdoba, un pueblecito en Sierra Morena, y sin formación como actor se desenvuelve perfectamente con el entorno, con los animales y con el resto de actores, consiguiendo emocionarse y emocionar a todos los que le vemos traspasando la pantalla con mucha facilidad. Al soberbio trabajo de Marcos Camacho hay que sumarles unos paísajes alucinantes y una banda sonora que enfatiza los sentimientos de la película solo hacen engrandecer una de las mejores películas españolas del 2010.
De las casi dos horas de metraje sólo en la última media hora Marcos Camacho le pasa el relevo a Juanjo Ballesta. Si bien en ese cambio la película flojea un poco, Juanjo consigue mantener el nivel marcado por Marcos y terminar bien el personaje aunque la peluca y sus aullidos hacían todo lo contrario. No hay que olvidar el trabajo de un Sancho Gracia, algo demacrado por el duro tratamiento que en la vida real está sufriendo para luchar contra un cáncer, que consigue crear un personaje tosco de primeras al que se le coge cariño enseguida y que tanto recuerda a Paco Rabal. No sería justo no hacer una referencia a Carlos Bardem que es el malo de este western andaluz.
Es una pena que para los Goya 2011 se haya preferido otras películas de mayor tirón mediático, pero os recomiendo a todos que no perdáis la oportunidad de ir a un cine a ver ENTRE LOBOS (2010) que es junto a BURIED (2010) una de las dos mejores películas que el cine español ha producido este 2010.
Labels: ENTRE LOBOS (2010), Goya 2011
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