25 oct 2011












Por Alejandro Contreras.

Probablemente no sea la primera vez que veamos en pantalla una historia donde alguien, en principio inofensivo, resulta que esconde un alma tan perturbada como la de César (Luis Tosar). Consciente de que una vida tan gris como la suya jamás le llevará a la felicidad, decide sabotear la de los demás aprovechando su situación de portero de un viejo inmueble en el centro de Madrid. Con esta premisa arranca el guión de Alberto Massini, el primero que firma en solitario para un largometraje después de haber hecho casi de todo en el cine incluyendo guiones para cortometrajes y otras colaboraciones. Y el resultado es bastante notable a pesar de que la idea de la que parte no sea nada del otro jueves.


Tal vez en manos de otro director el resultado hubiera sido una película más mediocre, pero al contar con Jaume Balagueró en el puesto de mandos ha conseguido dotar a la historia de mucha más fuerza y tensión. Aunque a la película le cuesta arrancar, en cuanto lo hace nos ofrece grandes escenas aunque el resultado final no sea tan redondo como uno quisiera. Se demuestra Jaume Balagueró como un director eficaz y capaz de sacar adelante un producto como éste. Aunque también hay que reconocer que buena parte del resultado es gracias a un buen puñado de actores, lo mejor de su generación.


Vuelven a trabajar juntos Luis Tosar y Marta Etura, pareja además en la vida real, tras sus impresionantes trabajos en Celda 211 (2009) que consiguió que ambos fueran premiados con sus respectivos Goyas de interpretación. En este ocasión con dos personajes con menos empaque que en la cinta de Daniel Monzón, todo sea dicho. Se completa el trío protagonista con un Alberto San Juan que no desmerece en nada a los dos anteriores a pesar de tener menor recorrido en la película. No sería justo no resaltar la gran interpretación de una veterana como Petra Martínez, con un personaje que huele a Goya, y la joven Iris Almedia cuya Úrsula compite con César en quién es más retorcido de los dos.



A pesar de que el protagonista es un ser siniestro y lleno de rencores, la película nos va presentando a este personaje de manera que fácilmente el espectador empatiza con él, alegrándose cuando sus planes van funcionando. Eso se consigue ya que el guión sabiamente no nos desvela algunos detalles que de saberlos el espectador en sus inicios, hubiera rechazado en pleno al personaje protagonista. Una vez conocido este detalle se hubiera agradecido mayor dureza y oscuridad en los tramos finales. Aún así Luis Tosar se entrega en cuerpo y alma al personaje, como nos tiene acostumbrados, e incluso se atreve a regalar algún que otro desnudo.



Aunque el trailer, como tanto ocurre últimamente, nos desvele prácticamente todo el argumento, Mientras duermes (2011) no deja de ser una película eficaz, muy bien dirigida e interpretada. Y eso es mucho decir si comparamos el resto de estrenos de este otoño del cine español. Al menos al salir de ésta no te vas con la sensación de haber tirado el precio de la entrada.


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