18 may 2011
Por Alejandro Contreras
Antes de ser película, fue novela. Y antes de ser novela, fue canción. El “Norwegian Wood (The Bird Has Flown)” de The Beatles es la canción favorita de Naoko, una de las protagonistas de la novela de Haruki Murakami publicada en 1987. Enseguida se convirtió en un éxito de masas en la juventud japonesa que supo apreciar una historia que iba más allá de una historia de amor.
Sus simbolismos y guiños a otras obras literarias, por ejemplo La Montaña Mágica de Thomas Mann, consiguió que la novela terminara interesando a medio mundo. Casi a punto de cumplir 25 años da el salto a la pantalla grande de la mano del director de cine vietnamita Anh Hung Tran.
En esta adaptación regresamos a finales de los setenta, en concreto al primer año universitario de Toru Watanabe (Kenichi Matsuyama). Un trágico incidente cuando aún tenía 17 años le lleva a comenzar una nueva vida en otra ciudad tratando de dejar atrás a su pasado. Pero su pasado aparece de nuevo al reencontrarse con Naoko (Rinko Kikuchi) con la que comenzará a dar largos paseos, sin mencionar jamás aquello que tanto daño hizo en la vida de ambos. Hasta que un buen día desaparece sin saber nada más de ella.
Mientras Toru prosigue sus estudios, sin mucho interés y más interesado en leer toda la literatura occidental que le es posible, sus compañeros andan movilizados por razones políticas. Además de su interés con Naoko, no podrá evitar sentirse atraído por su compañera de las clases de teatro Midori (Kiko Mizuhara), y a dejarse tentar por las tentaciones que le ofrece Nagasawa (Tetsuji Tamayama). Pero no puede quitarse de su cabeza a Naoko de la que pronto volverá a tener noticias de ella.
Ningún director de cine podrá ofrecer jamás una adaptación de una novela que supere la que nuestra mente iba realizando mientras leíamos una novela. Pero en esta ocasión, aunque se han eliminado muchos de esos detalles y referencias que enriquecían la obra, Anh Hung Tran ha conseguido acercarse bastante a la idea que me hice cuando leí la novela original en su día.
El resultado no puede ser mejor. La película no solo entra por los ojos, con una fotografía y dirección artística que compone unos marcos insuperables para las escenas, sino también por el oído ya que la banda sonora compuesta por Jonny Greenwood, miembro de Radiohead, que consigue rellenar los silencios con melodías que vienen como anillo al dedo. Y por último felicitar la elección de los actores. Aunque Rinko Kikuchi es la más conocida internacionalmente por su trabajo en BABEL (2006), el resto de intérpretes no se quedan atrás, destacando Kenichi Matsuyama con un papel protagonista tan complejo.
Esta película estrenada en el pasado Festival de Venecia del 2010 no sólo no defrauda, sino que es todo un lujo que la novela de Haruki Murakami haya tenido una adaptación tan exquisita y que no ha traicionado al espíritu de la historia original.
Antes de ser película, fue novela. Y antes de ser novela, fue canción. El “Norwegian Wood (The Bird Has Flown)” de The Beatles es la canción favorita de Naoko, una de las protagonistas de la novela de Haruki Murakami publicada en 1987. Enseguida se convirtió en un éxito de masas en la juventud japonesa que supo apreciar una historia que iba más allá de una historia de amor.
Sus simbolismos y guiños a otras obras literarias, por ejemplo La Montaña Mágica de Thomas Mann, consiguió que la novela terminara interesando a medio mundo. Casi a punto de cumplir 25 años da el salto a la pantalla grande de la mano del director de cine vietnamita Anh Hung Tran.
En esta adaptación regresamos a finales de los setenta, en concreto al primer año universitario de Toru Watanabe (Kenichi Matsuyama). Un trágico incidente cuando aún tenía 17 años le lleva a comenzar una nueva vida en otra ciudad tratando de dejar atrás a su pasado. Pero su pasado aparece de nuevo al reencontrarse con Naoko (Rinko Kikuchi) con la que comenzará a dar largos paseos, sin mencionar jamás aquello que tanto daño hizo en la vida de ambos. Hasta que un buen día desaparece sin saber nada más de ella.
Mientras Toru prosigue sus estudios, sin mucho interés y más interesado en leer toda la literatura occidental que le es posible, sus compañeros andan movilizados por razones políticas. Además de su interés con Naoko, no podrá evitar sentirse atraído por su compañera de las clases de teatro Midori (Kiko Mizuhara), y a dejarse tentar por las tentaciones que le ofrece Nagasawa (Tetsuji Tamayama). Pero no puede quitarse de su cabeza a Naoko de la que pronto volverá a tener noticias de ella.
Ningún director de cine podrá ofrecer jamás una adaptación de una novela que supere la que nuestra mente iba realizando mientras leíamos una novela. Pero en esta ocasión, aunque se han eliminado muchos de esos detalles y referencias que enriquecían la obra, Anh Hung Tran ha conseguido acercarse bastante a la idea que me hice cuando leí la novela original en su día.
El resultado no puede ser mejor. La película no solo entra por los ojos, con una fotografía y dirección artística que compone unos marcos insuperables para las escenas, sino también por el oído ya que la banda sonora compuesta por Jonny Greenwood, miembro de Radiohead, que consigue rellenar los silencios con melodías que vienen como anillo al dedo. Y por último felicitar la elección de los actores. Aunque Rinko Kikuchi es la más conocida internacionalmente por su trabajo en BABEL (2006), el resto de intérpretes no se quedan atrás, destacando Kenichi Matsuyama con un papel protagonista tan complejo.
Esta película estrenada en el pasado Festival de Venecia del 2010 no sólo no defrauda, sino que es todo un lujo que la novela de Haruki Murakami haya tenido una adaptación tan exquisita y que no ha traicionado al espíritu de la historia original.
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