31 ago 2009

Por Alejandro Contreras

Tras la muerte de su esposa, Charly (Rodrigo Bastidas) no lo ha tenido fácil para sacar adelante a su hijo Pedro (Raimundo Bastidas). A pesar de la buena relación entre ellos dos, Pedro echa de menos a su madre y a veces se esconde tras una máscara de guerrero mexicano cuando sus inseguridades le atemorizan. Tras un par de traspiés de Charly, se ven obligados a regresar a su Chile natal donde les espera Mario (Coco Legrand), el padre de Charly, al que lleva más de 30 años sin ver. Lo que Charly no se espera es que además les está esperando Flavio (Rodrigo Murray), el novio de su padre.

El cine a veces nos permite viajar por el mundo sin tener que coger ningún avión. Sin perder el norte de que es una película, LOKAS/08 nos ayudará a adentrarnos a cómo el pueblo chileno están asimilando una realidad que el mundo occidental está aceptando a pasos agigantados. Está claro que está enfocada para un público no-homosexual al que se le desea ayudar a realizar el mismo viaje de aceptacion que realiza el protagonista al tener que enfrentarse con sus prejuicios homófobos y descubrir la homosexualidad de su padre.

Una comedia ligera donde los problemas se resuelven sin mucho drama. El nieto y el abuelo son sin duda los mejores personajes de la película, apoyados por buenas interpretaciones. El que se hace odioso desde el primer minuto es el protagonista (y guionista) de la historia: Rodrigo Bastidas hace todo lo posible en convertir esta película en la versión largometraje de la serie TIO WILLY de Andrés Pajares.

Para gente que haya visto mucho cine de temática gay, está pelicula tiene pocos alicientes ya que está repleta de temas y tramas que ya se han visto en muchas otras películas. Aún así creo que lo interesante de esta película es la contextualización de una historia mil veces contada, y los trazos que nos presenta de la actualidad de la comunidad gay chilena. Probablemente como película haya poco que rascar, pero su intención puede ayudar a la normalización de la homosexualidad en la sociedad latinoamericana del siglo XXI.

25 ago 2009

Por Alejandro Contreras

En el caro internado Border School, cuatro estudiantes forman un grupo que por las noches huye de allí para juntarse, bebe y hacer gamberradas. Dyrbusch (Niklas Kohrt) y Bogatsch (Michael Ginsburg), líderes de la pandilla, van proponiendo nuevos juegos que van aumentando en agresividad y violencia. Tras un incidente con la camarera Vaneska (Stephanie Schonfeld), una camarera, los juegos comienzan a cebarse con Leibnitz (Janus Kocai), el más débil del grupo. Konstantin (Franz Dinda) se comienza a asustar del cariz que está tomando el grupo, pero ya es tarde para salir de él.

Dura una hora escasa, y realmente se pasa bastante mal viéndola. La violencia que se mueve en este pequeño grupo es bastante desagradable y se sufre observando las andanzas de esta pandilla. Centrada en los más débiles y honestos del grupo, cuesta entenderles en algunas de sus decisiones aunque veladamente se nos da a entender posibles razones.

No sé tampoco porque esta película aparece en algunas listas de películas de temática gay del 2008, porque no lo es. Quizá por un breve pasaje homosexual que ayuda a dibujar algún trazo más de algunos de los miembros de esta pandilla.

La factura de la película es impecable. El tener actores desconocidos ayuda a la credibilidad de la película, aunque no termina de quedar claro porqué actúan como lo hacen. Tal vez media hora más de película podría haber ayudado a redondear la historia, pero es cierto que uno desea que acabe cuánto antes.

24 ago 2009


Por Alejandro Contreras

A sus 40 años, la vida de Manu (Lambert Wilson) es envidiable: trabaja desarrollando su vocación de pediatra, comparte su vida con el abogado Philippe (Pascal Elbé) y tiene una familia que lo quiere y acepta como es. Sólo le falta algo para ser completamente feliz y es llegar a ser padre, algo que Philippe piensa que puede arruinar la vida que llevan. Llegando tarde a la cena de nochebuena, tienen un leve accidente de coche con una inmigrante argentina llamada Fina (Pilar López de Ayala). Sin saberlo, ella puede tener la clave para que Manu pueda cumplir su sueño, aunque no sabe la de sacrificios e incomprensión que encontrará en ese camino.

El director Vincent Gareng ha aprovechado para relatar en esta película la situación real por la que un buen amigo homosexual ha pasado para ser padre. Es curioso que un personaje de la historia menciona sorprendida que un país tan atrasado como España permita la adopción y Francia no (me alegré que luego a ese personaje le fueran las cosas tan mal, por cerda y por ignorante).

Hacen falta muchas películas como ésta, que no asusten al gran público y les ayude a entender y visualizar la lucha de muchos homosexuales por ser padres. Realmente el tema da para muchas más vueltas, para plantear más problemáticas que en menos de dos horas cuesta incluir, pero seguro que tendremos la suerte de ver más cintas como ésta.

Lambert Wilson está fantástico llevando el peso de una historia y de un personaje que no es tan sencillo. Cuenta a su lado con una Pilar López de Ayala que sorprende por lo bien que se maneja en el francés (y también con el acento argentino), y vuelve a dejar huella que sin muchos floripondios es una de las mejores actrices de su generación.

Una película con vocación de llegar al gran público con muy buen atino, y con una historia que merece mucho la pena ver. Os la recomiendo. Y si podéis verla con vuestras familias, mejor que mejor.

 

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